sábado, 26 de septiembre de 2015




“PODEROSO caballero es don Dinero.” Este refrán tiene algo de cierto. El dinero permite adquirir comida y ropa; con él pagamos el alquiler o compramos una casa. “El papel del dinero en la sociedad es muy importante —escribió el director de un periódico financiero—. Si desapareciera como medio para conseguir bienes, la gente entraría en pánico y por todas partes se desatarían guerras en cuestión de días.”
Pero el dinero tiene sus limitaciones. El poeta noruego Arne Garborg escribió: “Puedes comprar comida, pero no el apetito; puedes comprar medicinas, pero no la salud; camas cómodas, pero no el sueño; libros, pero no la inteligencia; diversión, pero no el placer; conocidos, pero no la verdadera amistad; sirvientes, pero no la fidelidad, puedes comprar días tranquilos, pero no puedes comprar la paz”.
Cuando una persona tiene una opinión realista del dinero, es decir, lo ve como un medio para alcanzar un fin y no como un fin en sí mismo, puede sentirse satisfecho. La Biblia advierte: “El amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos” (1 Timoteo 6:10Dios Habla Hoy, 1994 [DHH]).

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